martes, 16 de abril de 2013

Infecciones

Los piercings y los tatuajes tienen en común que rompen la barrera de protección natural del cuerpo humano, compuesta por la piel y las mucosas. Esto puede comportar la aparición de infecciones en la zona donde se ha realizado el tatuaje o el piercing. Además, en los últimos años se ha extendido la práctica de realizar piercings en zonas que comportan más riesgo, como por ejemplo en los cartílagos de las orejas y la nariz, o bien en los genitales. En este sentido, las tribus africanas son más sabias porque acostumbran a excluir estas zonas del cuerpo para realizar sus decoraciones corporales. 

La colocación de un piercing o la realización de un tatuaje puede ser la causa de la aparición de infecciones por virus transmitidos por la sangre, como los de la hepatitis B y C o el del sida (VIH). Estas prácticas también pueden provocar infecciones por bacterias o por hongos. 

Hay numerosas evidencias de infecciones por hepatitis B y C provocadas por piercings y tatuajes. De hecho, el tatuaje es el riesgo más a menudo asociado a la infección por hepatitis C, por delante de la transfusión de sangre y del uso de drogas por vía intravenosa. La probabilidad que se produzca una infección por VIH cuando se realiza una perforación o un tatuaje es baja. Aún así, el hecho de tener un piercing en la zona genital puede multiplicar el riesgo de infección por este virus porque puede provocar heridas que faciliten el contagio si se tienen relaciones sexuales con una persona infectada. 


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